lunes, 20 de abril de 2009

CATASTROFES NATURALES









El agua es decisiva. Si hay poca, la vida y la tierra se mueren. Si hay demasiada, el efecto sobre ellas es devastador. Y esto es lo que sucede en algunas partes del mundo donde las inundaciones no dan tregua. La peor fue la de 1931, cuando el río Amarillo, en China, mató a cerca de 4.000.000 personas. Mucho más cercanas en el tiempo fueron las riadas de Europa Central en 2002, que costaron la vida a más de 100 personas y causaron daños por valor de 1.280 millones de dólares. En España, son bastante corrientes en Cataluña, Valencia y Baleares. La de Biescas, Huesca, en agosto de 1996, es una de las más recordadas. Hubo 87 muertos y 183 heridos en el camping Las Nieves, donde la cantidad de agua caída en una hora originó una riada de 500 m3.
En Argentina, en 2003, las inundaciones en Santa Fe,(foto arriba) por el desborde del río Salado, causaron, además, daños por unos 2.878 millones de dólares. La cifra fue estimada por la Comisión Económica para América latina y el Caribe (CEPAL), que indicó que los daños fueron equivalentes a los provocados por el terremoto que sacudió El Salvador en 2001.
En declaraciones a MUY, Daniel Duband, hidrólogo y experto en inundaciones, señaló que, no obstante, “no aparecen por ningún lado datos que demuestren una incidencia del cambio climático en un presunto aumento de las inundaciones; es más, creemos que no tendrá influencia hasta dentro de cincuenta años o más, en el supuesto caso de que la tenga, dado que es un fenómeno muy reciente”.
¿Aumentarán las riadas? Según el Panel Internacional para el Cambio Climático, “es probable que los episodios meteorológicos extremos aumenten en frecuencia y fuerza durante el siglo XXI como resultado de los cambios en la media y/o en la variabilidad del clima”. Pero la deforestación, la mala urbanización, la emigración, la pobreza, la industrialización y el desarrollo económico global inciden también sustancialmente en los daños ocasionados por este fenómeno. En la foto se ve el aspecto del Camping Las Nieves, en Huesca (España), en 90 segundo fue anegado por 13.000 toneladas de sedimentos. Con el agua se va el dinero, además de las pérdidas de vida que ocasionan, crean inmensos perjuicios económicos. En los últimos 10 años éstas costaron unos 235.000 millones de dólares.